miércoles, 21 de febrero de 2018

La guerra mundial en cuotas

 
Ni un minuto de respiro
En tanto el informe del fiscal Mueller mostró su vaciedad, el “Estado oculto” y sus aliados británicos agudizaron la tensión en Corea, África del Sur y América del Sur.
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
21 de febrero de 2018
Eduardo J. Vior
Como el informe del fiscal especial Robert Mueller sobre la supuesta injerencia rusa en la campaña electoral norteamericana de 2016 carece de contenido, el “Estado profundo” de EE.UU. agudiza la tensión mundial, para desviar la atención de su fracasado golpe contra el presidente Trump.

Washington lava sus trapitos en Múnich

Nunca antes el título de la Conferencia Internacional sobre Seguridad que cada año se celebra en febrero en la capital bávara fue tan certero: “¿De vuelta del abismo?” A todos los asistentes les resultó demasiado evidente cuán cerca de la catástrofe está el mundo. Especialmente, cuando la mayor potencia mundial lava sus trapitos en público.

Los representantes norteamericanos dedicaron los tres días del encuentro a explicar a sus aliados europeos, porque debían ignorar los tuits del presidente Donald Trump y, en cambio, escuchar a los diplomáticos y militares norteamericanos. El presidente del Consejo Nacional de Seguridad (NSC, por su sigla en inglés), el general Herbert R. McMaster, afirmó convencido que el informe del fiscal Robert Mueller, publicado el viernes pasado, demuestra la intromisión rusa en la campaña presidencial de 2016.

Sin embargo, en un nuevo tuit desde Washington el presidente desmintió a su colaborador (¿?): “el general McMaster olvidó decir –apostrofó el mandatario- que los rusos no afectaron ni cambiaron los resultados de la elección de 2016”. Ante la evidencia de las profundas divisiones que aquejan al liderazgo norteamericano, nadie quiso aprovechar la conferencia, para tantear acuerdos globales.

Es que la vaciedad del reporte fiscal desnudó la intención desestabilizadora de la campaña contra Trump. Después de meses de investigaciones el investigador especial sólo pudo identificar a 13 trolls rusos que intervinieron en la campaña electoral. Mueller quedó bien por poca plata, ya que, como los acusados nunca serán detenidos por la policía norteamericana, el fiscal no necesitará presentar pruebas.

Después de los juegos se acabó el juego

 El fracaso del fiscal Mueller obligó a los globalistas a inventar nuevos conflictos, para desviar la atención. En una no casual coincidencia con la publicación del informe el secretario de Estado Rex Tillerson (expresidente de Exxon Mobil, el gigante del grupo Rockefeller) dio una entrevista a “60 minutos”, el programa estrella de la CBS.

En un tono casi familiar el magnate habló sobre su vida privada y profesional, sus dificultades para comprender el mundo diplomático y …sobre Corea. El próximo día 25 terminan las Olimpíadas de invierno en Pyeongchang y Tillerson anunció que se acabó el juego. “No estamos usando una zanahoria para convencerlos [a los norcoreanos], sino grandes garrotes”, aclaró. Y, por si no se entendió, informó que próximamente se realizarán las maniobras conjuntas con Corea del Sur que habían sido postergadas a pedido de Seúl. Al mismo tiempo Surcorea recibirá cohetes Patriot de nueva generación.

El secretario sabe que este tipo de fanfarronadas y amenazas sabotea el diálogo entre ambas Coreas, pero necesita desviar la atención pública y, para ello, no tiene empacho en devolver el mundo al borde del abismo nuclear.

Golpe de estado a la surafricana

Apenas depuesto el presidente surafricano Jacob Zuma el pasado viernes 16, subió la cotización del rand frente al dólar. “Los mercados” aplauden la sustitución del antiguo jefe de la inteligencia del Congreso Nacional Africano por Ciril Ramaphosa.

No obstante, por las dudas, el Citi lanzó el martes 20 una advertencia: “el nuevo presidente surafricano debe mostrar rápidamente a los inversores internacionales que su gobierno es capaz de implementar reformas para sacar ventaja de la debilidad del dólar y del crecimiento en China”. Suráfrica es extremadamente dependiente de las compras chinas de minerales. Por ello ahora le reclaman que elimine los controles sobre el comercio exterior y liberalice el mercado de capitales.

Jacob Zuma es un viejo luchador ligado a los sindicatos que, como muchos líderes anticolonialistas africanos, no supo gobernar de otro modo que repartiendo favores. Este sistema crea relaciones clientelares que derivan en corrupción. De este modo fue pasto fácil de la prensa occidental y de las maniobras financieras que lo derrocaron, para “preparar” adecuadamente la elección presidencial de 2019.

Sin embargo, el golpe parlamentario en Suráfrica tiene una importante consecuencia geoestratégica añadida: con la instauración de un gobierno probritánico en el sur de África y otro rigiendo en Argentina, la marina de Su Majestad toma el control casi total del Atlántico Sur y se prepara a avanzar sobre la Antártida Subatlántica. Seguramente la Marina brasileña ha tomado nota del peligro.

Exxon busca recuperar posiciones ante Shell

El pasado 1º de febrero el secretario Tillerson inició su gira por América Latina en la que advirtió contra la injerencia de Rusia y China y llamó a los militares venezolanos a dar un golpe contra el presidente Nicolás Maduro.

Dos semanas más tarde, el 15 de febrero, el jefe del Comando Sur (SouthCom) de las fuerzas armadas, el almirante Kurt Tidd, advirtió ante el Senado que la expansión de la influencia económica china en América Latina vulnera la seguridad norteamericana.

Al mismo tiempo, tropas estadounidenses comenzaron ejercicios “humanitarios” en Honduras y Panamá. Ya en noviembre pasado fuerzas colombianas, peruanas y brasileñas, junto con “asesores” norteamericanos, hicieron ejercicios conjuntos en la frontera trinacional, en la Amazonia occidental.

Todo indica la intención de rodear a Venezuela e intervenir en el proceso de paz colombiano. Sin embargo, los militares norteamericanos saben del apoyo ruso a Caracas y no van a arriesgar un choque frontal. Además, el comandante del ejército brasileño, el general Eduardo Villas Bôas, ya advirtió que no acompañará una intervención en el país vecino. Entonces, ¿para qué tanto despliegue?

En enero de 2017 Rex Tillerson dejó la presidencia de Exxon, para asumir como secretario de Estado, pero no descuida los intereses de la empresa en la que sirvió durante 30 años. En 2018, por primera vez en cien años, la angloholandesa Royal Dutch Shell está a punto de superar a Exxon como primera empresa petrolera mundial. La producción global de la primera ha venido creciendo, mientras que la de la segunda se ha ido reduciendo. Para los norteamericanos es imperioso, entonces, recuperar terreno.

Shell controla la política energética argentina y la distribución de hidrocarburos en América del Sur y el Caribe. Además, se ha quedado con los más importantes yacimientos mexicanos. Ya que no puede invadir Venezuela, EE.UU. utiliza, por lo tanto, sus fuerzas armadas, para marcar a los británicos y holandeses los límites de su influencia. Expectante ante esta rivalidad entre aliados, el ejército brasileño espera la oportunidad de recuperar la soberanía perdida.

Mientras no se resuelva la lucha por el poder dentro de Estados Unidos, aumentará la presión de sus propios aliados (sobre todo de los británicos), para recuperar porciones de poder y será imposible acordar reglas para la convivencia pacífica entre las potencias. La inestabilidad del globo se agudizará duraderamente. No es tiempo para reposar, sino para estar permanentemente alerta.

jueves, 15 de febrero de 2018

Columna semanal en Infobaires24

¿Se puede evitar la próxima guerra?

Apenas conjurado el mayor riesgo en Asia Oriental, el Pentágono y B. Netanjahu quieren incendiar Medio Oriente, mientras los demás se reacomodan, incluido Trump
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
14 de febrero de 2018
Eduardo J. Vior
Aunque el diálogo entre ambas Coreas y la derrota de los islamistas en Siria e Irak dan la impresión de que el mundo alcanza una cierta calma, las abiertas provocaciones del gobierno israelí y el intento de sus socios norteamericanos de sabotear las relaciones con Rusia y China alertan sobre la urgencia de todas las potencias para reubicarse en el escenario mundial. Alemania lo está haciendo aceleradamente.

No todo son sonrisas

El pasado lunes 12 el equipo unificado de hóckey femenino sobre hielo de Corea perdió 8 a 0 frente a Canadá, pero a nadie le importó. El verdadero partido lo jugaron en las tribunas las teloneras de ambas Coreas que competían entre sí con su belleza, sus cánticos y sus atuendos.

En los Juegos Olímpicos de Invierno en Pyeongchang (120 km al este de Seúl) el Norte y el Sur sobreactúan, invitando al mundo a creer en la reunificación pacífica de la península. El mayor ejemplo lo dio el viernes 9, en la ceremonia inaugural, Kim Yo-yong, la hermana menor del presidente norcoreano Kim Yong-un, al apretar la mano del presidente surcoreano Mun Yae-in y sentarse a pocos metros del vicepresidente norteamericano, Mike Pence. El gesto emocionó al público casi tanto como el desfile de la delegación coreana unificada bajo una nueva bandera en la que, sobre fondo blanco, se veía en azul el mapa de la península.

Después de meses de bravuconadas entre Washington y Pyongyang la diplomacia secreta entre las potencias y ambas Coreas da sus primeros frutos: el presidente norcoreano invitó a su colega del Sur a visitar Pyongyang y delegaciones militares van a encontrarse para coordinar medidas de confianza mutua en la zona desmilitarizada del paralelo 38. El líder norcoreano declaró el martes 13 que “el ambiente de diálogo y reconciliación entre ambas Coreas debería avanzar un paso más”, mientras agradecía “la impresionante” recepción ofrecida a su hermana. Sin embargo, los juegos terminan pronto, Japón no quiere ser marginado, en Washington no faltará quien lo secunde y, si no se derogan las sanciones que ahogan al Norte, Kim Yong-un se verá tentado a proferir nuevas y más altisonantes amenazas contra el Sur. La competencia entre las teloneras es simpática, pero es sólo el prólogo de conversaciones más serias.

Sin opciones, Bibi juega la carta bélica

Después de un año de investigaciones un informe de la policía israelí conocido el martes 13 aconsejó procesar el primer ministro Benjamin “Bibi” Netanyahu por coimas y por la compra ilegal de apoyo periodístico. Tozudo, el mandatario quiere seguir gobernando Israel. Para ello, necesita una nueva guerra contra Siria y Líbano.

Israel sufrió el martes 6 un duro golpe psicológico, cuando –por primera vez desde 1982- un caza F16 fue derribado por cohetes sirios cerca de las alturas del Golán, en el sureste del país, cuando atacaba objetivos iraníes en Siria, como represalia por la irrupción de un dron de ese país sobre la zona ocupada que fue derribado por la defensa antiaérea.

Según voceros israelíes, la aviación israelí bombardeó cerca de Damasco un centro de investigaciones sobre armas químicas, aunque el secretario de Defensa norteamericano, Jim Mattis, ya había descartado que Siria posea dicho arsenal. Según la Red Voltaire (http://www.voltairenet.org/article199698.html) en el centro atacado, en realidad, estaban trabajando técnicos iraníes en guías de precisión para cohetes de largo alcance. Israel sabe que, si ataca Siria o Líbano, el norte del país sufrirá durante semanas un intenso bombardeo que haría imposible la vida civil. Por esta razón busca anular la artillería de su enemigo con ataques preventivos.

Para no ir a la cárcel, “Bibi” Netanyahu quiere involucrar a Rusia y EE.UU. en una guerra regional. Sus contendientes no caen en la provocación, pero no está claro si los tres generales que rodean a Donald Trump (Mattis, MacMaster y Kelly) son tan sensatos.

Alemania define su ubicación estratégica

Apenas el miércoles 8 se anunció el acuerdo entre demócrata cristianos (CDU), socialcristianos de Baviera (CSU) y socialdemócratas (SPD), para formar una gran coalición hasta 2021, los observadores anunciaron el comienzo del fin de la “era Merkel”. Es que la Canciller hizo a sus socios concesiones tan grandes que se teme por su capacidad para conducir el país. Muchos comenzaron ya a conspirar. En la CDU no asoman todavía los magnicidas, pero en el SPD estalló un conflicto dirigencial en el que se dirime la ubicación estratégica de Alemania.

El lunes 12 se anunció el desistimiento de Martin Schultz a postularse como ministro de Relaciones Exteriores de la nueva coalición y la eventual continuidad allí del actual titular Sigmar Gabriel. Antes de ser elegido presidente del SPD en mayo pasado, Schultz había hecho una larga carrera en la política europea. Es un hombre de la burocracia de Bruselas que desde el ministerio habría contribuido a profundizar la integración y cohesión del bloque.

Gabriel, por el contrario, está estrechamente ligado a Volkswagen, a más tardar desde su mandato como ministro-presidente de la Baja Sajonia (1999-2003), estado que posee el 18% de las acciones del gigante. Es un cuadro del complejo automotriz alemán, hoy severamente golpeado por las multas y sanciones en EE.UU. y obligado a reconvertirse hacia el transporte eléctrico después de la decisión china de abandonar los hidrocarburos.

Angela Merkel tiende a esperar a que los conflictos maduren y sólo toma decisiones, cuando puede imponerse. Así gobierna desde 2005. Sin embargo, el crecimiento de la ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD, por su sigla en alemán) en las elecciones de septiembre pasado y el giro del Partido Liberal (FDP) hacia la derecha reducen el espacio político. Para no repetir la elección general, entonces, la Canciller estuvo dispuesta a entregar al SPD los ministerios de Exteriores, Interior y Finanzas y a aceptar gran parte de sus demandas. Para recuperar la estabilidad, el nuevo gobierno deberá integrar a los casi dos millones de inmigrantes que llegaron desde 2015, pero también reubicar a Alemania en la escena internacional, afirmando su rol entre las primeras potencias, pero sin pelearse con nadie. Se trata de una cuadratura del círculo perfecta, como le gusta a Merkel. A lo mejor la despedida dura todavía algunos años…

Encerrado, Trump se defiende avanzando

En medio del enfrentamiento con el FBI por la investigación de sus relaciones con Rusia durante la campaña electoral de 2016, el presidente Donald Trump presentó un pesupuesto federal que aumenta el gasto de defensa, el de control de la inmigración y un plan billonario de reconstrucción de la infraestructura. Es que, sitiado por el “Estado oculto”, el presidente se defiende atacando y comprometiendo a sus oponentes en sus propias iniciativas.

El proyecto de presupuesto prevé un gasto de 23.000 millones de dólares para controlar la inmigración, 686.000 millones para renovar el equipamiento militar y 200.000 millones como parte de un programa gigantesco de obras públicas. En un año electoral la propuesta se ajusta milimétricamente a las necesidades republicanas y, aunque recorta drásticamente los gastos sociales, aumenta un 10% el gasto público y dispara el déficit hasta casi el billón de dólares, quita a sus contradictores buena parte de sus argumentos. Además, la baja contribución federal al plan de obras públicas aumenta la presión sobre estados, municipios y empresas para que se adhieran, generando una forzada solidaridad nacional.

El aumento del 14% en el gasto militar se concentrará en reforzar la disuasión nuclear, en nuevos tipos de municiones y sólo secundariamente en aumentar el número de efectivos. El presidente seduce a sus generales y almirantes con nuevos equipamientos, pero trata de limitar las intervenciones con tropas. Coherente con su política de “America first”, trata de mantener la hegemonía mundial debilitando a sus adversarios y preservando las fuerzas propias. En estas condiciones, el establishment deberá pensar dos veces, antes de arriesgarse a un conflicto constitucional con un presidente que está en la ofensiva.

Las posibilidades de replanteo de las relaciones internacionales que ofrecen las derrotas que el proyecto globalista ha experimentado en los últimos dos años aún no aseguran una paz duradera. Las provocaciones e intentos de desestabilización internas y externas alertan sobre la necesidad de primar la cooperación e integración internacionales como modo de relación entre los estados. El peligro de nuevas guerras todavía no está superado y debe concitar la máxima preocupación mundial

Alemania redefine su rol en el mundo

Muerte y transfiguración de Angela Merkel

Cuando ya se anunciaba su fin de su largo mandato, la canciller contraatacó y sus movimientos parecen definir también el futuro inmediato de la economía alemana.


Luego de haberse acordado el pasado miércoles 7 la formación de una gran coalición de gobierno entre la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller Angela Merkel, la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU) y el Partido Socialdemócrata (SPD) en la que éste obtuvo los ministerios de Exteriores, Interior y Finanzas e importantes concesiones laborales y sociales, muchos analistas se apresuraron a pronosticar el comienzo del fin de la jefa del gobierno alemán que ya lleva 12 años en el cargo. Sin embargo, usando su táctica favorita de “delegar los conflictos”, Merkel desató en el SPD una batalla entre europeístas e innovadores que no sólo defenestró a dos líderes que podían hacerle sombra, sino que puso en la agenda política la redefinición del rol internacional de Alemania en el inicio de la cuarta revolución industrial.

El martes 13 el presidente del SPD, Martin Schultz, renunció al cargo con efecto inmediato y fue sucedido por el hasta entonces vicepresidente, el ministro-presidente de Hamburgo, Olaf Scholz. Originariamente estaba previsto que el cargo fuera asumido por la hasta entonces secretaria general, Andrea Nahles, pero, por respeto a los estatutos, el partido tendrá hasta su congreso, el 22 de abril, una cabeza doble: Scholz conducirá la formación interinamente junto con Nahles como presidenta del bloque parlamentario. Si bien el recurso estatutario puede leerse como resultado de los reparos que despierta la todavía ministra de Trabajo (2013-17) en el liderazgo partidario, también a ella le conviene no exponerse demasiado, mientras dura el referéndum por vía postal de los 540.000 afiliados sobre la participación o no en la gran coalición con los conservadores. Cuando éste acabe el próximo 4 de marzo, su resultado (cualquiera sea) definirá el rumbo del país y obligará a todos los actores a jugar sus cartas.

Al forzar la renuncia de Schulz (quien esperaba seguir en funciones hasta el congreso partidario y así influir en la formación del nuevo gabinete), el presidente socialdemócrata mandó también al geriátrico a su contrincante interno, el actual ministro de Relaciones Exteriores Sigmar Gabriel, quien el viernes 9 cometió el furcio en una entrevista de declarar que su hija de seis años estaba feliz de que abandonara el ministerio y así estuviera más tiempo con ella que “con ese señor con los pelos en la cara” (por la barba de Schulz). El agravio personal no está bien visto en la política alemana y el chiste fue el bienvenido pretexto para que su partido lo obligara a dejar disponible la cartera de Exteriores.

Es que debajo del conflicto personal entre los dos ex amigos se esconde el insoslayable debate sobre la orientación internacional de Alemania. Antes de ser elegido presidente del SPD en mayo pasado, Schulz había hecho una larga carrera en la política europea. Es un hombre de la burocracia de Bruselas que desde el ministerio habría contribuido a profundizar la integración y cohesión del bloque, pero con enormes transferencias de recursos hacia los países más atrasados de la UE, convalidando la política monetaria del Banco Central Europeo y retrasando la innovación tecnológica que Alemania necesita, para poder competir con EE.UU., mantenerse al ritmo de China y evitar el vaciamiento del bloque desde Londres.

Gabriel, por el contrario, está estrechamente ligado a Volkswagen, a más tardar desde su mandato como ministro-presidente de la Baja Sajonia (1999-2003), estado que posee el 18% de las acciones del gigante. Es un cuadro del complejo automotriz alemán, hoy severamente golpeado por las multas y sanciones en EE.UU. y obligado a reconvertirse hacia el transporte eléctrico después de la decisión china de septiembre pasado de abandonar los hidrocarburos. Ya ha dado el paso hacia la robotización y pactado con sus trabajadores la disminución de la semana de trabajo a 28 horas, para que éstos puedan consumir más, pero las exigencias externas apremian. Alemania necesita ganar autonomía frente a Estados Unidos sin pelearse con su protector, mostrarle a Francia que es mejor aliado que Gran Bretaña (con la que aquélla coquetea intensamente), recortar el poder de la burocracia europea, negociar con Rusia la división de áreas de influencia en Europa y convencer a los demás miembros de la Unión que con ella como locomotora viajan en el mejor de los trenes. La pelea por el liderazgo socialdemócrata sirvió para dejar libre el ministerio de Exteriores y que Merkel y Nahles lo cubran con alguien de consenso. Está claro por el acuerdo de coalición que lo ocupará un dirigente del SPD, pero es muy difícil que sea un europeísta.

Aunque con menos ruido, la situación dentro de la Unión tampoco es tranquila. CDU y CSU han perdido muchos votos a manos de los nacionalistas y su ala derecha desconfía de la gran coalición con los socialdemócratas, porque temen que deje a los votantes conservadores en manos de la AfD. Angela Merkel se hizo cargo de estos temores, cuando el lunes 12 declaró que en el nuevo gabinete no habría ministros de más de 60 años y que todas las corrientes del partido estarían representadas en él, pero habrá que esperar al congreso de la CDU, dentro de dos semanas, para saber en qué medida la Canciller vuelve a tener la confianza de sus bases. Significativamente, la composición del nuevo gobierno recién se anunciará después de la reunión y de conocerse el resultado del referéndum socialdemócrata.

Angela Merkel es una maestra del conflicto por delegación. Para evitar que su partido estalle, ha provocado una batalla dentro del SPD. Así gobierna desde 2005. Sin embargo, el crecimiento de la AfD y el giro del Partido Liberal (FDP) hacia la derecha han creado una situación crítica. Los partidos establecidos necesitan recuperar la confianza de la mayoría. Angela Merkel y Andrea Nahles están en condiciones de hacerlo y al mismo tiempo definir el nuevo rumbo internacional, pero para ello deben eliminar a algunos competidores. Las dos mujeres tienen caracteres opuestos, pero gracias a su colaboración forzada Alemania puede asegurarse su lugar entre las grandes potencias.

miércoles, 7 de febrero de 2018

Sigue indecisa la puja entre Trump y los generales


Del dicho al hecho hay corto trecho

Trump expropió a los 500 más ricos del mundo, para relanzar la economía, pero el Pentágono le hace una zancadilla tras otra
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
6 de febrero de 2018
Eduardo J. Vior
Desde que Donald Trump gobierna Estados Unidos la transición hacia un mundo multipolar se ha acelerado. Con pasmosa radicalidad el presidente trata de poner en práctica los aspectos centrales de su programa electoral, pero los militares lo cercan, condicionan e intentan comprometerlo con el antiguo rumbo globalista.

El presidente cumple …

La asunción de Jerome Powell como nuevo presidente de la Reserva Federal norteamericana (FED, por su sigla en inglés), el lunes pasado, desató una corrida mundial desde la especulación bursátil al dólar. Febrero acumula ya una caída del 7%, lo que, de acuerdo a Bloomberg, representó sólo a las 500 fortunas más grandes del mundo pérdidas por más de 180.000 millones de dólares. Warren Buffet fue quien más perjudicado se vio al perder 5.100 millones de dólares y lo siguió Mark Zuckerberg con 3.600 millones de dólares. Incluso el dueño de Amazon, Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo, perdió $3.300 millones de dólares.

¿Qué relación tiene este colapso de las bolsas con la política de Donald Trump? Mucha. El presidente norteamericano había prometido en su campaña electoral transferir grandes masas de dinero desde la especulación financiera al financiamiento de la renovación de la decadente infraestructura de EE.UU. Al nombrar a Powell, dio la señal de que las tasas de interés y, por ende, la cotización del dólar debían subir, para reducir la deuda externa norteamericana y valorizar las reservas de la FED. De este modo alcanza varios efectos con un solo golpe: debilita a los multimillonarios globalistas, a sus aliados israelíes y árabes que financian al terrorismo y empujan a guerras permanentes y, finalmente, a sus aliados/adversarios en Europa que medraron durante décadas gracias al aumento de la deuda externa norteamericana y la pérdida de valor del dólar.

Wall Street ya señaló al culpable: el aumento en los sueldos y salarios de los trabajadores por la disminución del desempleo. Sin embargo, no hay rastros de ascenso de la inflación que justificara la suba de las tasas de interés. Claro que el golpe de Trump encarecerá las exportaciones estadounidenses y los créditos internos, pero el presidente espera bajar los costos de producción mediante el desarrollo de la infraestructura y aumentar el consumo, para así, en pocos años, hacer nuevamente competitiva a la industria de su país. Trump está desacoplando el mercado cambiario y financiero norteamericano del mundial. Las consecuencias para los países emergentes con alto endeudamiento van a ser desastrosas: el aumento de las tasas de interés encarecerá los créditos que hayan sido tomados a tasa móvil y el encarecimiento del dólar agudizará la fuga de divisas, pero EE.UU. florecerá.

aun sitiado en la Casa Blanca

Si bien Donald Trump dice buscar entendimientos con Rusia y China, los hechos que crea el Pentágono –con o sin su consentimiento- van en la dirección contraria. El último fue el documento sobre la Revisión de la Postura Nuclear (NPR, por su sigla en inglés) publicado el pasado viernes por el secretario de Defensa James Mattis.

Por primera vez desde 2010 el documento proclama la necesidad de que “los Estados Unidos tengan capacidades nucleares modernas, flexibles y resilientes”. El bosquejo propone no el aumento del arsenal nuclear, sino la posibilidad de utilizarlo en nuevos escenarios. Aquí reside el mayor peligro para la paz mundial.

Siguiendo la tradicional argumentación de los generales, la NPR generaliza y magnifica conflictos regionales, para estilizarlos como amenazas globales, por ejemplo, el conflicto con Rusia por Ucrania y el que EE.UU. mantiene con China por el Mar Meridional. Además prevé la posibilidad de usar armas nucleares en conflictos convencionales y aboga por el desarrollo y utilización de armas nucleares tácticas.

En su conjunto la última revisión de la política nuclear norteamericana va a conducir a un alarmante empeoramiento de la seguridad planetaria e impulsar la competencia atómica con otras potencias. No queda claro, si el presidente Trump avala esta propuesta o si le fue impuesta por los militares como muchas otras, pero sí es seguro que bajo la amenaza del garrote atómico ni Rusia ni China se avendrán a la negociación global que el mandatario dice buscar. En el sentido contrario al de la política interna, el temor es grande de que a la proclama siga rápidamente la acción.

Dialogando se acerca la paz

El próximo viernes 9 comienzan en Pyeongchang, Corea del Sur, los Juegos Olímpicos de Invierno y todos los ojos van a estar puestos en los 22 atletas norcoreanos. Después de meses de conversaciones secretas, en enero pasado ambas partes de la península llegaron a un acuerdo, para que deportistas del Norte se integren con sus compatriotas del Sur en una delegación común (con las dos banderas), para competir en los juegos y simbolizar la voluntad de reunificar Corea en forma pacífica.

Los deportistas norcoreanos no habían participado en las Olimpíadas de invierno desde los juegos en Vancouver, Canadá, en 2010. Corea del Norte va a estar presente en cinco competiciones: patinaje artístico sobre hielo, carrera de patinaje sobre hielo, esquí de fondo, esquí alpino y hockey sobre hielo, para el que mandó a doce jugadores que se integraron al equipo coreano unificado. Una parte de los deportistas llegó al sitio de los juegos el pasado 25 de enero y el resto, el 1º de febrero.

Obviamente, los atletas están acompañados por funcionarios deportivos, de seguridad y de inteligencia. Es que los juegos son sólo un pretexto, para simbolizar la voluntad de reunificación y para negociar nuevos pasos en la distensión puesta en marcha por Seúl y Pyongyang, a pesar de las provocaciones permanentes desde Estados Unidos y Japón. También en este caso del dicho al hecho hay poco trecho, gracias a Dios.


Romper con 27 años de monopolio norteamericano sobre el poder mundial no es un juego de niños. Donald Trump lo sabe y no le place, pero sabe que los costos económicos, militares y políticos del globalismo son insostenibles. Por eso busca desacoplar a su país de la economía mundial, para volver más adelante con nueva fuerza, y, entre tanto, tolera la distensión en Corea. Sin embargo, rodeado por los militares en las posiciones claves de su gobierno, el presidente debe avalar bravuconadas como la reciente sobre política nuclear que van en la dirección contraria a la deseada por él. Las palabras han perdido su vuelo y cada día están más cerca de los hechos …en todos los sentidos.

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jueves, 1 de febrero de 2018

La falta de reglas aumenta el peligro de guerra


Cada cual atiende su juego

La falta de reglas claras entre las grandes potencias está creando una anarquía en la que todos maximizan sus apuestas, sin atender a las consecuencias
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
1-02-18
Eduardo J. Vior
La reciente retirada de los EE.UU. de los escenarios mundiales donde solía intervenir no ha sido compensada por un orden mundial alternativo. Al mismo tiempo, el intento de militares y diplomáticos norteamericanos por dictar al presidente Trump la estrategia a aplicar conduce a contradicciones que hacen imprevisible la política de Washington, sin que nadie pueda remplazarlo completamente. En los espacios vacíos se cuelan, entonces, potencias medianas y conspiraciones que extreman los conflictos.

EE.UU. y Turquía pueden chocar en Siria

Mientras que el ejército turco continuaba avanzando hacia el Éufrates, el ministro de Relaciones Exteriores, Mevlut Cavusoglu, publicó el martes en The New York Times un artículo en el que amenaza a Estados Unidos con un choque en el norte de Siria, si siguen apoyando a las milicias kurdas. Por primera vez desde la guerra greco-turca de 1974 dos miembros de la OTAN pueden enfrentarse militarmente.

El sábado pasado, el presidente turco Recep T. Erdogan envió sus fuerzas sobre la frontera sur para invadir la región de Afrin, al noroeste de Alepo, controlada desde 2012 por las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG), aliadas de EE.UU. El gobierno turco pretende establecer una zona de amortiguación de 20 kilómetros de ancho en el lado sirio de su frontera y expulsar a las milicias kurdas más allá del río Éufrates. Para ello, marcha a ocupar la ciudad de Manbij, ubicada a 150 km más al este, donde las fuerzas especiales de EE.UU. tienen una importante base.

El 14 de enero, el portavoz militar norteamericano en Bagdad informó que EE.UU. está entrenando a una fuerza kurda de 30.000 soldados en Siria y el 17 de enero, a su vez, el Secretario de Estado Rex Tillerson declaró que su país no tiene prisa por retirarse de Siria. La provocación era evidente. En respuesta, Erdogan acusó a EE.UU. de complicidad con el terrorismo.

Preocupado por el desmadre de sus diplomáticos y militares, Donald Trump los hizo desautorizar, pero, las tropas aún siguen en el norte de Siria, mientras los turcos continúan avanzando. En cuestión de horas uno de los dos deberá ceder, arriesgar un choque fatal o alcanzar un compromiso. Después de la derrota del Estado Islámico en Siria e Irak la apuesta de los militares y diplomáticos estadounidenses por imponer su estrategia al presidente amenaza desatar un nuevo conflicto regional de proporciones.

Esperando a Carles

El martes pasado el Rey Felipe VI tuvo poco tiempo para festejar su 50º cumpleaños. Más bien debe haber pasado el día atento a las informaciones sobre el eventual retorno del líder secesionista catalán Carles Puigdemont al país. Éste había anunciado que volvería a Cataluña, para ser elegido presidente de la Generalitat, pero frustró la espera del Rey. Por la noche se dirigió desde Bruselas a sus seguidores en un video: “Hoy me hubiera gustado dirigirme a todos vosotros con el pleno ya celebrado e investido como president”, declaró. Es que el presidente del parlamento regional, Roger Torrent, había aplazado esa misma mañana la sesión plenaria de investidura a la espera de que el Tribunal Constitucional español decidiera sobre un recurso que autorizara a Puigdemont a asumir a distancia, para así contar con los fueros necesarios en el momento de entrar a España.

La decisión de Torrent ha generado malestar en la alianza nacionalista, porque los conservadores de Junts x el Sí y los ecologistas de CUP querían ir al choque con Madrid y elegir al nuevo presidente a como fuere. 

Para reforzar su posición, al anochecer cientos de manifestantes rebalsaron el vallado policial y rodearon el edificio del parlamento en Barcelona. El joven Torrent pertenece a Izquierda Republicana de Cataluña (ERC, por su sigla en catalán), el partido liberal republicano cuyo presidente, Oriol Junqueras, está preso desde octubre. A diferencia de sus socios, ERC trata de empujar al gobierno de Rajoy y a la monarquía a autorizar un referéndum soberanista con fuerza legal. Para ello, estira los límites de la legalidad sin romperlos. En la crisis catalana nadie quiere quedar mal ante la opinión pública, pero pocos buscan compromisos verdaderos. Si esto sigue así, la repetición de las elecciones catalanas, es decir, la prolongación sine die de la crisis, está asegurada.

¿Puede Macron traicionar a Merkel por su amante inglesa?

Un artículo de Thierry Meissan en la Red Voltaire (http://www.voltairenet.org/article199522.html) llamó este martes 30 la atención sobre el alcance de la declaración conjunta franco-británica del pasado 19 de enero, en ocasión de la primera visita oficial del presidente Emmanuel Macron a Gran Bretaña, y sus terroríficas consecuencias para la política mundial.

En el encuentro (significativamente tuvo lugar en la Academia Militar de Sandhurst) ambos mandatarios actualizaron el Tratado de Lancaster House de 2010 que fundó la alianza militar que permitió a ambas potencias en 2011 atacar a Libia, deponer a Muammar al Gadaffi y apropiarse del petróleo del país africano. Sin embargo, alcanzado su objetivo, la alianza languideció en los años siguientes. Por el contrario, desde que en 2016 Theresa May asumió como primera ministra, está aplicando una estrategia militar independiente y ha firmado acuerdos bilaterales con Dinamarca, Holanda, Noruega y los países bálticos. Después, comenzó a reorganizar las redes yihadistas en Medio Oriente y ahora está construyendo una superalianza con Francia.

La actual renovación del Tratado de Lancaster House se proyecta como una política de largo plazo, para que ambas potencias intervengan juntas en Europa, África y Oriente Medio. El Reino Unido y Francia son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y ambos disponen de armas atómicas. Juntos cuentan con un presupuesto militar que sobrepasa el de Rusia, aunque es inferior a los de Estados Unidos y China. Tienen, por consiguiente, un importante poder militar que quieren hacer pesar en la política mundial.
Al privilegiar su alianza con el Reino Unido, Francia se aleja de Alemania, con la que ha cooperado desde 1963, para afianzar la paz en Europa Occidental y sostener la integración europea. Si Francia ahora gira hacia Gran Bretaña, estará priorizando el globalismo por sobre el continentalismo europeo y poniendo en peligro la paz regional y mundial.

La crisis estratégica del imperio norteamericano ha dejado muchos huecos en la política mundial en los que se cuela todo tipo de aventureros que apuestan a la ganancia máxima en el más corto plazo. Sólo acuerdos regionales de estabilización entre potencias concurrentes pueden salvar la paz mundial, pero tienen que apresurarse, porque el tiempo corre.