martes, 28 de julio de 2015

El FMI se diferencia de Bruselas y Berlín

LAGARDE OPTA POR EL PRAGMATISMO

 

por Eduardo J. Vior
Cuando el lunes pasado Christine Lagarde, directora ejecutiva del FMI, informó que había designado a Maurice Obstfeld como nuevo jefe de los asesores económicos de la organización, en muchos ministerios de Finanzas europeos sonaron las alarmas. En efecto, quien en septiembre próximo reemplazará a Olivier Blanchard es un connotado neokeynesiano contrario a la rigidez con la que en la zona del euro se ha encarado la crisis desde 2007.
Obstfeld no sólo tiene una gran experiencia académica, sino también una vasta experiencia política. Obstfeld es conocido por su coautoría del libro Fundamentos de la macroeconomía internacional junto con Kenneth Rogoff, profesor de la Universidad de Harvard, y por su colaboración con Paul Krugman y Marc Melitzen en el manual Economía Internacional, texto standard para estudiantes de economía en muchas universidades, así como más de 100 papers sobre tipo de cambio, crisis financieras internacionales, mercados globales de capital y política monetaria. Aunque discípulo de Rüdiger Dornbusch, aquel profesor del Massachusets Institute for Technology (MIT) que en 2002 propuso poner a Argentina bajo administración internacional, "para restablecer su contrato social", Obstfeld es más pragmático y puede colaborar con autores más conservadores (como Rogoff) o más liberales (como Krugman), sin perder su independencia.
En una columna en el New York Times, Krugman sostuvo que entre Olivier Blanchard y Obstfeld existe continuidad teórica porque ambos se formaron en el MIT a fines de la década de 1970, resistiendo como neokeyensianos la ofensiva monetarista que asoló el mundo hasta hace poco. Obstfeld hizo dos aportes relevantes a la teoría económica: su trabajo sobre las crisis monetarias autoprovocadas, que publicó a mediados de la década de 1990, y la contribución junto con Rogoff sobre la macroeconomía de las tasas de cambio variables. En el primer caso sostuvo que las crisis monetarias pueden darse de repente por una maniobra especulativa en la más sana de las economías y que la única manera de superarlas es restaurando los equilibrios macroeconómicos. En el segundo caso, los autores argumentaron que las crisis monetarias sólo pueden superarse con mecanismos fiscales. En este sentido su nombramiento implica un fuerte respaldo para la política de Mario Draghi al frente del Banco Central Europeo (BCE).
El nuevo jefe de asesores del Fondo ha intervenido varias veces en los debates sobre la crisis económica europea abogando por una mayor integración entre las políticas monetaria y fiscal. En suma, Obstfeld considera que la crisis europea será irresoluble, hasta que haya una mayor coordinación de las políticas fiscales. Su nombramiento coincide con el mayor pragmatismo que el FMI ha adoptado en los últimos años. Ya no defiende tan rígidamente las políticas de austeridad y aboga por una aproximación pragmática a los problemas de la economía mundial.
Obstfeld siempre ha dicho que la UE necesita una mayor integración política para superar sus vulnerabilidades económicas y que Alemania debería compensar los desequilibrios de los países del Sur para alcanzar el equilibrio continental. Que la nueva cabeza pensante del Fondo llegue desde la Casa Blanca y tenga una posición liberal, pero enfrentada a las líneas que emanan de Berlín y Bruselas, es una fuerte señal hacia Alemania y la Comisión Europea. Aunque el FMI no tiene sobre los países centrales una influencia comparable a la que ejerce sobre los periféricos, aun desde una perspectiva que reduce el desarrollo de la economía real al mantenimiento de los equilibrios macro, el giro del organismo hacia el pragmatismo puede escindir y fracturar el bloque conservador en los países centrales y abrir la puerta a desarrollos alternativos. «

sábado, 18 de julio de 2015

Tsipras traicionó, pero acompañado por su pueblo

LOS GRIEGOS OPTARON POR LA CONVERTIBILIDAD

La decisión del Parlamento griego del pasado miércoles, cuando aprobó la imposición del Eurogrupo firmada por el primer ministro Alexis Tsipras dos días antes en Bruselas, decepcionó a quienes habían visto en el gobierno de Syriza una alternativa a la brutal hegemonía alemana sobre Europa.

La decisión del Parlamento griego del pasado miércoles, cuando aprobó la imposición del Eurogrupo firmada por el primer ministro Alexis Tsipras dos días antes en Bruselas, decepcionó a quienes habían visto en el gobierno de Syriza una alternativa a la brutal hegemonía alemana sobre Europa. Por doquier se escucha la denuncia por “traición”. Pero la mayoría de los griegos apoya a su gobierno y acepta el ajuste que se avecina con tal de seguir dentro de la zona euro.
El pliego de condiciones de Bruselas fue aprobado por 219 votos contra 64. Entre éstos últimos hubo 32 diputados de Syriza, como el ex ministro de Finanzas Yanis Varoufakis, el de Energía Panayotis Lafazanis, el de Seguridad Social Dimitris Stratulis, el de Defensa Kostas Ísijos, y la viceministra de Finanzas Nadia Valavani, que el mismo miércoles renunció a su cargo. Se espera que los otros la sigan en breve y dejen de apoyar al gobierno.
Ante los diputados, Tsipras declaró que sólo firmó el documento porque sus opciones eran la quiebra, la salida desordenada del euro o aceptar el ajuste para conservar la moneda única. Sin embargo, en un informe difundido el pasado martes, el Fondo Monetario Internacional (FMI) duda de que los 86 mil millones de euros acordados por el Eurogrupo basten para financiar a Grecia, reclama que se dé a Atenas un período de gracia de 30 años y se le condone parte de la deuda, mostrando una opción que el primer ministro omite.
Según declaró Varoufakis a The New Statesman, durante sus tratativas con el Eurogrupo descubrió que éste no tiene base legal, que obedece ciegamente al ministro de Finanzas germano Wolfgang Schäuble y que nunca negociaría con Grecia. Por eso, el ex funcionario advirtió a su gobierno que el grupo cerraría los bancos griegos para doblegar a Atenas. Entonces propuso emitir deuda interna en euros para atender los pagos corrientes, recortar el valor de los bonos entregados al Banco Central Europeo en 2012 y apoderarse de las reservas del Banco de Grecia, con el objetivo de prevenir el golpe bancario que el Eurogrupo luego llevó adelante. También propuso amenazar con salir del euro, pero Tsipras y sus compañeros se negaron. Finalmente, renunció después del referendo del domingo 5 de julio, porque el primer ministro quería aceptar las condiciones de Bruselas. El sometimiento a los dictados alemanes no fue entonces repentino, sino el resultado de varias decisiones previas.
Según una encuesta, el 70% de los griegos aprueba el pliego de Bruselas. Las reducidas protestas durante la sesión parlamentaria del miércoles lo confirman. Es que la mayoría de la población saca las conclusiones lógicas de la incoherencia del referendo de hace dos semanas: en las condiciones que impone la hegemonía germana en Europa, fue un sinsentido proponer en el referendo mantener el euro y rechazar el ajuste. Porque quien elige el euro opta por la política de ajuste de Merkel y Schäuble.
A pesar de las resistencias sectoriales que hay y habrá, la mayoría acompaña el giro neoliberal. Tsipras ha traicionado el programa de Syriza, pero con apoyo popular. El pueblo griego optó por la convertibilidad y ahora deberá experimentarla. Los argentinos ya lo hicimos. «

viernes, 17 de julio de 2015

Después de Grecia Alemania mira hacia Francia

VIERNES
17 DE JULIO DE 2015
  

Europa y la crisis griega

Desde la cumbre, Merkel mira al abismo

Desde la cumbre, Merkel mira al abismo
Por Eduardo J. Vior*
El nivel de brutalidad con el que el gobierno alemán el pasado lunes 13 en Bruselas impuso a Grecia la renuncia a su soberanía en cuestiones centrales de la política económica y social y la privatización de importante propiedad pública asombró a propios y extraños. Ahora Angela Merkel reina sola sobre Europa continental, pero con una Unión Europea (UE) fracturada entre ricos y pobres, la tradicional cooperación con Francia rota y su aliado socialdemócrata burlado. La canciller alemana es hoy más poderosa que su maestro Helmut Kohl cuando este consiguió la reunificación de Alemania en 1990, pero también tiene más enemigos. ¿Cuándo comenzará a pagar sus cuentas?
La dureza que el ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble escenificó el pasado sábado 11, al amenazar a Grecia con dejarla fuera de la zona euro por cinco años, no se dirigió tanto a Atenas como a sus aliados europeos, la democracia cristiana alemana y el propio pueblo alemán que mayoritariamente se opone a seguir dando créditos a Grecia.
El documento del eurogrupo firmado en la madrugada del lunes 13 debería ser aprobado por el Bundestag, para que su gobierno pueda delegar en la “troika” (Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional y Comisión Europea) la negociación con Grecia de créditos por un total de 86 mil millones de euros. El bloque parlamentario de la Unión Demócrata Cristiana y la Unión Socialcristiana de Baviera (CDU/CSU) representa de lejos la primera minoría del Bundestag. A él se suma el Partido Socialdemócrata (SPD), desde 2013 su aliado en la gran coalición. Se supone, que la canciller tiene la mayoría asegurada, pero el número de los que se oponen a seguir otorgando créditos a Atenas aumenta continuamente y en el plenario puede haber algunas manifestaciones de protesta. Por las dudas, el presidente del bloque CDU/CSU, Volker Kauder, se encargará de disciplinar a los díscolos.
Un poco más difícil va a ser conseguir el acuerdo de los diputados socialdemócratas, sobre todo después de que el circo de la expulsión de Grecia de la eurozona se puso en escena, sin avisar al SPD. No obstante, tampoco los “sozis” se van a atrever a cuestionar la conducción de Merkel. También algunos verdes van a aprobar el paquete de medidas. La izquierda y el resto de los verdes van a protestar, pero el resultado final será masivo.
Al pueblo el paquete le resulta demasiado blando. Según una encuesta realizada el mismo lunes 13 por el primer canal de la TV pública (ARD), la mayoría de los ciudadanos aprueba las medidas de auxilio a Grecia, pero duda de que el gobierno heleno cumpla con las condiciones que le fueron impuestas.
La canciller ha aplastado toda oposición interna y conquistado Europa continental. Ha derrotado a Francia y acallado a España, Italia y Portugal. A nadie importa que las órdenes de Bruselas todavía puedan ser rechazadas por el Parlamento griego o bloqueadas por un masivo movimiento huelguístico, ni que la aplicación del programa de recolonización garantice que la economía helena seguirá cuesta abajo. La canciller salvó el euro y a sí misma, aunque Europa se rompa.
Después de que Angela Merkel liquidó toda oposición interna y externa, en Alemania nadie disputa su poder, mientras que ella se prepara para el enfrentamiento con David Cameron por la suerte de la Unión Europea y con Vladimir Putin por la hegemonía sobre Europa oriental. La canciller alemana está en la cima de su poder, al borde del abismo. 
*Doctor en Ciencias Sociales, Universidad de Giessen, Alemania

lunes, 6 de julio de 2015

Gracias a Grecia renace la idea integracionista

PERDIÓ LA TROIKA, GANÓ EUROPA

El triunfo del "No" en el referendo celebrado ayer en Grecia, para decidir si los ciudadanos aceptaban la exigencia de mayores ajustes planteada por la troika del Banco Central Europeo (BCE), la Comisión Europea (CE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), implica una enorme derrota para la gran coalición conservadora-socialdemócrata-liberal dominante desde hace un cuarto de siglo, pero también el renacer de la idea europea.
Según datos oficiales de anoche el 61% de los votantes votó por el "No" contra el 38,78% que aprobó la propuesta de la troika. El vocero del gobierno griego, Gabriel Sakellaridis, informó que una delegación viajaría anoche mismo hacia Bruselas para reanudar las tratativas.
El resultado del referendo representa un sensacional triunfo para el primer ministro Alexis Tsipras, en el gobierno desde enero pasado. El primer ministro ha insistido en los últimos meses en que sólo una sustancial reducción de la deuda externa podría devolver a Grecia al sendero del crecimiento. Su triunfo es también el de la creciente minoría de europeos que rechaza las políticas de ajuste y austeridad, y un aliciente para quienes buscan que la Unión Europea (UE) acate la voluntad democrática de sus pueblos y respete los derechos de todas las naciones por igual.
Pero el referendo tiene también cuatro grandes perdedores: Jean-Paul Juncker, presidente de la Comisión Europea; Christine Lagarde, presidenta del FMI; Mario Draghi, presidente del BCE; y, finalmente, Angela Merkel, canciller alemana. Con ellos fueron derrotados líderes conservadores, socialdemócratas y liberales que hicieron coro a los ajustadores, periodistas y académicos que dieron cátedras de ahorro a costa de los trabajadores y los pobres.
La subsistencia del euro y de la misma Unión Europea (UE) depende ahora de la gran coalición gobernante. Angela Merkel viaja hoy a París para discutir con el presidente francés François Hollande cómo salir del pozo. Ahorristas e inversionistas esperan con temor la reacción de los mercados europeos. Ya anoche los grandes bancos mantuvieron complejas conferencias telefónicas. Si en su reunión de hoy el BCE no aprueba nuevas transferencias para los bancos griegos, estos agotarán su efectivo antes del próximo fin de semana y Atenas deberá tomar prestados los ahorros privados, para hacer frente a los gastos inmediatos mientras busca financiadores más generosos (¿Rusia, China?). Ese desatino desataría también corridas contra los bancos españoles, italianos y portugueses, otros países al borde del colapso. La UE se fraccionaría y devolvería el continente a su antiguo ciclo de competencias interimperialistas, guerras y crisis sociales. Quienes durante 500 años hemos acumulado suficiente experiencia con los efectos de esas divisiones sobre el resto del mundo no podemos más que desear que reine la cordura.
Si el BCE rescata las entidades financieras helenas, quedará demostrado que la voluntad firme y democrática de un pueblo europeo puede torcerles el brazo a los especuladores, usureros y evasores de impuestos. Más aun, demostrará que ningún país europeo puede ser considerado demasiado pequeño o débil como para desoír su voluntad y desconsiderar sus intereses. El pueblo griego acaba de imponer el retorno a los ideales de los padres fundadores de la integración europea en los años '50: todos los pueblos deben ser iguales en la búsqueda de la paz, la hermandad y la unidad del continente. Perdió la troika, triunfó Europa y el mundo puede respirar, aunque sea por un día.